"Amancia, la bagualera" de Adriana López

 AMANCIA, LA BAGUALERA


                     Allá lejos donde el cielo se besa con la tierra, donde el silencio canta a la libertad y a la soledad, habitaba una pastorcita bagualera, Amancia la llamaban. De sonrisa amable, de piel curtida por el viento bravo de la puna salteña. 

                       Amancia era una joven, la hermana mayor de siete hermanos. Vivía en un paraje llamado “El Manzano”, en honor a un campo extenso de manzanas rojas pequeñas, arenosas y sabrosas, allí todo crecía al natural sin presencia de lo químico. No había una alarma de celular, se levantaban al alba con el canto del gallo negro azabache, “Cuervo“ lo llamaban por la negrura de sus plumas, se disfrutaba de lo importante de la vida, el sol saliendo y pintando de rojo los cerros, el olor a pan recién horneado invadía la casa de los Cruz, así se apellidaba Amancia. Se desayunaba pulsudo(1), mate con bollo(2) y chicharrón, queso de cabra hecho el día anterior por la abuela Crescencia, en las mañana habitaba el olor a peperina y cedrón en el aire puro de aquellos cerros.

                       En aquel rincón del mundo no había apuro, el tiempo se paseaba en tortuga, se respetaba la vida que marca la madre tierra, allá nadie tenía prisa de crecer; las gallinas, las vacas, las cabras, los corderos, los cuchis(3), las papas, las habas, la cebada, todo crecía a su tiempo sin hormonas dañando lo que la naturaleza hizo perfecto, allí nació y creció Amancia. 

                       Amancia era una dulce joven de simbas(4) bien renegrinas, de ojos negros profundos, de esos que miras y te enamoras para siempre, de sonrisa cálida y sincera. Su labor dentro de la familia consistía en pastorear las cabras y las ovejas. Tempranito luego del desayuno pulsudo salía de la cocina, caminaba por un pasillo interno de la vivienda, pasaba por la capilla contigua a su hogar, en el altar de la Capilla posaba majestuosa la imagen de la Virgen del Milagro,

  1. Pulsudo: término utilizado en el norte para referenciar que una comida es abundante, suculenta.

  2. Bollo: se llama así al pan de campo hecho con grasa vacuna y de forma redonda.

  3. Cuchi: término utilizado en el norte para referirse a los chanchos.

  4. Simba: es sinónimo de trenzas.

 a ella encomendaba su alma y sus pensamientos, al salir de allí se dirigía a los corrales que se encontraban a unos trescientos metros de la vivienda, caminaba por un sendero rodeado de plantaciones de papas, habas, maíz o cebada dependiendo de la estación del año. Lo primero que hacía al llegar al corral era acariciar a los corderitos, luego contaba el rebaño para asegurarse que no faltará ningún animal, ya que por las noches merodeaban algunos depredadores, si no había novedades seguía su curso, sacaba a las ovejas y cabras del corral, las conducía cerro arriba donde encontraba mejor pasto. A veces se alejaba demás de su territorio, y sabía que ello estaba mal porque podía ser atacada al igual que su rebaño por los pumas que habitaban aquellos campos, pero aun así se arriesgaba. Sabía que cuanto más alto era el cerro más imponente era su voz, allí cantaba a la vida, jugaba con los ecos que retumbaban cual trueno anunciando la tempestad. Algunas veces sus cantos eran de lamento:

“Solita me ando llorando aquí,

Solita mi alma en pena está

Solita esperando tu abrazo

Ven a mi corazón embustero,

Que solita de pena me ando muriendo”.

                       Y así transcurrían los días en la vida de Amancia, entre cabras, ovejas y bagualas. Otras veces sus cantos eran alegres y esperanzadores:

“Libre soy, como el cóndor de Los Andes

Libre camino, libre canto,

Abrazo la inmensidad del cielo azul

Y con mi hermano el viento, un beso a tu frente mando”.

                       En aquel paisaje el aire a libertad era absoluto. En el campo de los Cruz había una casa compuesta de cinco habitaciones, un depósito en el que se almacenaban los alimentos, una cocina a leña muy espaciosa en el rincón de la misma un horno de barro, en aquella habitación la familia se juntaba en los almuerzos y las cenas, se charlaba, se relataban las historias familiares, se planeaban las famosas marcadas(5) de los Cruz, que se llevaban a cabo en el mes de mayo, ese día la finca era una fiesta, llegaban vecinos de los campos aledaños a participar de aquel evento, había vino en barril, asado para alimentar a doscientas personas o más,  famosas eran también las cabezas guateadas(6). El primer fin de semana de mayo se arrancaba tempranito con los preparativos, se limpiaba la casa desde adentro hacia afuera, se preparaban unas brasas ardientes en un cuenco de arcilla, se incorporaban en él ramitas de ruda (para espantar a las malas vibras), ramitos de laurel (para atraer al éxito), ramitas de romero, de lavanda (para la salud), un puñado de café y azúcar (para tener un amor enérgico), todo ese combo producía una humareda para sahumar la casa entera.                         

                         A unos cien metros de la casa había un corral amplio ubicado en un lugar espacioso, allí se hacían las marcadas. A los animales de mayor tamaño como las vacas se las marcaba con un hierro candente que tenía el logo de la familia, mientras que a las cabras y ovejas se les ponía en la oreja una especie de pompón muy coloridos hecho por las mujeres de la familia. Luego alrededor del mediodía se procedía a dar de comer a la tierra(7), éste era uno de los momentos preferidos de Amancia ya que ella era la encargada de preparar las ofrendas y no escatimaba en el banquete, cocinaba empanadas fritas y al horno de barro, picante(8), locro, papas hervidas, choclos, quesitos de cabra, bollos, empanadillas(9), el mejor vino, hojas de coca seleccionadas, cigarrillos. Amancia cavaba un pozo profundo en la tierra, éste simboliza el útero de la Pachamama, dentro del mismo depositaba toda la ofrenda, agradecía todo lo bueno que le paso a la familia, pedía por prosperidad para que nunca les falte el alimento y en silencio pedía por un amor, ése que parecía hacerse esperar, y en vos alta decía: “la madre tierra nos da, la madre tierra nos quita, a ella pido y agradezco”

  1. Marcadas: Es un evento que se realiza en el campo para marcar a los animales nuevos que adquiere una familia que tiene hacienda.

  2. Cabeza guateada: Consiste en condimentar la cabeza de la vaca, envolverla en papel y barro, cocinarla por 12 horas en horno de barro.

  3. Dar de comer la tierra: Es un ritual ancestral que consiste en cavar un pozo en la tierra donde se depositan alimentos.

  4. Picante: comida típica del noroeste argentino que consiste en un guisado de mondongo, papas y maíz con salsa de tomate ligeramente picante. 

  5. Empanadilla: postre dulce similar a una empanada dulce, rellena de dulce de cayote y pintada con merengue.

                        Cuando este ritual terminaba, todos comenzaban a almorzar, había grupos folclóricos que animaban la fiesta, la tarde transcurría entre zambas, chacareras y cueca. Por la noche se producía el segundo momento que más disfrutaba Amancia, ya que hacían contrapuntos, para esto se preparaba todo el año, entre pastoreo y pastoreo siempre se dedicaba a la lectura, para tener letra y ganar a su contrincante. Los contrapuntos en el noroeste argentino son muy jocosos. La joven siempre era la primera en arrancar el duelo:

Amancia:

“Aquí me pongo a cantar con mi cajita y mi baguala,

A ver quién es el changuito que me iguala”

Mocito:

“Así me gustan las chinitas, primeriando y conquistando

Pero bien dice el dicho, los últimos serán los primeros”

Amancia:

“Una cosa es lo que dice el dicho, y otra cosa son los hechos,

Yo te puedo gustar, pero vos changuito a mí no me agradas”

Mocito:

“Por duro que sea tu corazón, este changuito te va a conquistar,

Con palabras bonitas te voy a enamorar”

Amancia:

“De la punta de aquel cerro caían piedras a montones

Espero que está vez la suerte traiga tu nombre”

                       Y así pasaban las horas, entre puntos y contrapuntos, muchos de ellos no se pueden volcar en estas líneas, por las palabras subiditas de tono.

Al día siguiente la fiesta continuaba, se comía y bebía como si ése fuera el último día de sus vidas. Hacia la tarde se daban comienzo a las pialadas ¿Y en qué consistía este espectáculo? Pues bien, se soltaba en el corral un novillo y la persona participante debía enlazar en el menor tiempo posible al animal, quien lograra este objetivo era el ganador de la pialada, esto era un evento muy pintoresco de ver. ¿Y cuál era el premio para el ganador? A veces se regalaban unos lazos de cuero trenzado, otras veces un puñal enchapado en plata o un guardamonte (10)

                       Amancia nació y creció en “El Manzano” rodeada de cerros, de aire puro, plantando su alimento, cuidando de su rebaño. Amaba de sobremanera a un caballo percherón moro, “Duende” le decía de nombre, cayeron muchas hojas de los árboles, muchos veranos pasaron antes de encontrar lo que en silencio pedía a la Pachamama, dicen que lo bueno se hace esperar, y así fue como un día mientras celebraban el día de la Madre Tierra llegó a aquel hogar un buen mozo, flechó y conquistó a aquella arisca joven pero madura Amancia, se enamoró de una manera que al año estaba casada. ¿Y cómo la conquistó? Al compás de una zamba carpera, entre reboleo de pañuelos y zapateos que levantaban polvo, aquel hombre era un bailarín donoso al igual que nuestra querida Amancia. Y si piensan que hubo final feliz, lamento desilusionarlos. Al año de casados, el donoso bailarín, echó a volar como un colibrí que va de flor en flor, parece que lo que tanto esperaba la joven mujer nunca llegó, era tal la desilusión que inundó su corazón, así apago cualquier esperanza de amor, pastoreó sus ovejas y siguió cantando bagualas. Se dice que, entre los cerros, allá donde sobrevuelan los cóndores se escucha el eco de un lamento que dice así:

“Ay mi corazón no deja de penar

A pesar de tu abandono, yo te sigo amando

Solita con el viento te iré olvidando”



 



   

  1. Guardamonte: indumentaria que usan los guachos en el norte que consiste en una especie de delantal de cuero que cubre las piernas de los hombres que montan a caballo y se adentran en los montes.

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