"Custodio" Paula Dufaur
CUSTODIO
Quizás la tarde hubiera entendido
que no se quebró por perdido,
que andaba partido de verdad.
Quizás la noche húmeda lloraba rocío,
como lágrimas de estrellas
por la mejilla de La Piedad.
Pero el pobre desbarrancado
frente a sus espectadores acodados,
capeaba solo su inevitable soledad,
detrás de la botella vacía como el bolsillo,
después de cobrar el jornal,
al final de un día sin mate ni cuchillo,
ni guitarra desafinada que rasgar.
Así era como iba a terminar.
No había final mejor cantado,
que ni la tarde ni la noche
no pudieran entonar.
Yo también sabía que se venía.
Pero como Uds. saben,
a mí no me sale hablar.
Dicen que los hombres
se ahogan en la bebida,
pero este hombre no se quería ahogar.
Otros beben para el olvido,
pero este partido no quería olvidar.
También dicen que la ginebra
es bebida de macho,
pero el mío no se quería agrandar.
Que cada uno viva como quiera en su rancho,
pero que no se diga que mi amo
andaba quebrado de fragilidad.
Yo lo vi al alba por el camino,
a paso firme aunque cansino,
bien dispuesto a laburar.
Lo vi montado en su overo,
pero no vi el pájaro de mal agüero
que nos vino a anunciar.
Tampoco vi al maldito descarriado,
enfurecido aunque cansado,
que nosotros íbamos a encerrar.
Y entre alba, polvo y niebla matutina,
ya dentro del corral y apretado en la esquina,
me hundió hondo y empecé a sangrar.
La mañana se escapó detrás de la tarde,
y sin ayuda y sin alarde,
mi amigo sabía que no me iba a salvar.
Si vació el bolsillo en ginebra,
fue para ablandar la pena.
Esa pena que silba en el cuerpo,
como aire en quena,
del que tiene el corazón muerto
porque que sabe que tiene que soltar.
Yo sé que ando herido de muerte,
que voy a dejarlo a su suerte,
que por el polvoriento camino
ya no voy a andar.
Yo sé que lleva guardado en el bolsillo
un modelo tosco y tallado a cuchillo,
de la imagen de La Piedad.
Quizás la apriete fuerte contra el pecho
cuando se vuelva un hecho,
que me tiene que dejar.
Quizás encuentre consuelo
en esas lágrimas y lo que no se dijo,
ni hablar cuando se ha de llorar un Hijo.
Bien supo esa Madre lo que es soltar.
Yo de ésto sé,
porque en el polvoriento camino de la vida,
siempre fui reparo y abrigo,
porque siempre fui su fiel amigo,
su ángel custodio,
su perro guardián.
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